No callar, en negativo. Contestar, replicar, exponer, defender, en positivo.
Porque cuanto nos cuesta hacer todo esto, y qué poquito nos cuesta callar. No requiere esfuerzo por nuestra parte asentir, tolerar, aunque sean cosas con las que no estamos de acuerdo, o aquellas que tenemos que defender muchas veces nos las callamos, lo «dejamos pasar». Ah, pero eso no nos pasa a todos no, sólo a algunas personas que por nuestro carácter o experiencia vital somos así.
«Es que soy así». Esa suele ser la excusa, el arma que tenemos en nuestra mano para justificar nuestra ¿Cobardía?¿Temor?. O enfrentarnos a esas personas que sabemos que no se callan, y que rápidamente nos darán la réplica, en muchas ocasiones una réplica que puede ser molesta o hiriente, incluso humillante.
Qué importante ha sido a lo largo del tiempo el no callar. ¿Qué hubiera sido si no de todos los derechos que hemos adquirido, como ciudadanos y ciudadanas, como trabajadores y trabajadoras? ¿Qué sería del voto femenino, de la igualdad, de la ley contra la violencia de género?
Ojo, que no digo que sólo callemos las mujeres, esto no es una cuestión de género, aunque no podemos negar que se nos haya enseñado más a nosotras a callar, asentir, a evitar la «movida». En nuestra mano esta no crear una herencia con esto, enseñar a nuestros hijos e hijas a alzar la voz, a replicar, a no callarse, a no «pasar por el aro».
Porque si no replicamos, no contestamos, no damos réplica, ¿Qué puede decir el silencio en nuestro nombre?
Canción para hoy: