El peso de la vocación I

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 Es sabido que los abogados de oficio tenemos que aceptar todos los casos que nos llegan por esta vía, aunque nos implique un problema moral, aprovechamos la mínima ocasión para dejarlo bien claro, Pero, ¿y cuando te llega ese caso particular, que no es del turno de oficio pero que te pone en ese «dilema moral»? El cliente quiere un abogado, necesita ahora un abogado. Tú eres abogada. 

                                                                        Y te quiere a ti. 

Todos hemos visto alguna vez Pactar con el diablo. Como nos gustan las pelis de abogados, sobre todo en las que se les pone en una encrucijada de decisiones. En esta peli se nos enseña un despacho falto de moralidad, donde sólo importa la avaricia y la satisfacción propia , abogados que carecen de empatía y sentido de la justicia. Pero tienen un motor, el que mueve este engranaje, el dinero. Pero,  ¿y cuando el motor no es el dinero? ¿Y si el incentivo es satisfacer tu vocación?

Atestado nocturno. Un caso complejo, aunque por  las pruebas podemos ver que la víctima es él realmente, ella es la que lo denuncia por los denominados jurídicamente «motivos espúreos». Tengo buenos argumentos para mi defensa, apoyados en pruebas, así que consigo que salga libre de cargos. Listo. Pero no. Espera. Quiero denunciarla a ella, quiero una orden de alejamiento de mí. Y de nuestro bebé. Quiero un abogado. Te quiero a ti.

<Vuelco al corazón>

 En mi interior, una ebullición. No,  no puedo hacer esto, no, no puedo separar a una madre de su bebé. Él insiste en sus argumentos para pedir la orden, la falta de atención de ella con el bebé, el maltrato hacia él. Quiero ser buena abogada, penalista, con lo difícil que es conseguir casos particulares. Y este lo es. Penal. Y particular.

Pienso, valora con distancia. Si esta acusación no la llevo yo, la llevará otro. No depende sólo de mi que le den la orden, si un Juez la acuerda, a lo mejor es lo correcto, por el bien del bebé. 

Cuando él empieza a contar los detalles, noto ese subidón de adrenalina. La «vocación». Aunque durante los años de carrera parece estar dormida, cuando empiezas a llevar casos se despierta, y ya no lo puedes evitar. Cuando un cliente te cuenta su caso (cuanto más difícil mejor), piensas la estrategia, preparas las pruebas, los argumentos finales, quieres ponerlo todo en práctica, hacerlo ya. Con un objetivo 

GANAR.

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