Siente sus sienes palpitar, las piernas colgando a escasos centímetros del suelo. Consigue encaramarse al muro con dificultad.
Esto sólo acrecienta sus ansias de consumar sus intenciones, el muro es más alto de lo habitual, así que espera encontrar un botín ahí dentro.
Pero no lo quiere hacer sólo por eso.
No. También quiere la adrenalina.
Y la venganza.
Vengarse de ese juez. Del que lo metió en chirona. Casi diez años.
Casi diez años entre rejas.
Se dice pronto. Pero pasan lentos, muy lentos.
No roba por necesidad, no. Lo que roba muchas veces ni siquiera tiene un valor destacable.
Nunca encontró algo que estimulara su cerebro.
Nada que calmase sus ganas de arriesgar.
Estar en el filo del abismo, a punto de caer, saliendo del peligro en el último minuto,
Eso es lo que quería. Adrenalina. En vena.
Entonces empezó con las drogas. Necesitaba probar cosas nuevas
Ahí empezó la caída en picado. Buscando las drogas más duras. Se movía por los peores ambientes, pisos de la droga, cuerpos amontonados buscando la dosis. Jeringas, crack, sobredosis, coca adulterada.
Viviendo al límite. Al filo del abismo.
Pero se terminó cansando. Tenía que encontrar algo más intenso, un subidón en el que estuviese más consciente. Y empezó a robar.
Que sensación. Buscar a la víctima, preparar el golpe. Escalar los muros, romper ventanas.
El riesgo de que te pillen.
Adrenalina.
En vena.